jueves, 10 de marzo de 2011

Aena y los sindicatos

                                                                                                                    "Menos ira y mas ciudadanía". (Rosa Díez)


Lo que está sucediendo con Aena es una muestra más de la inoperancia del gobierno de Zapatero para gestionar los recursos públicos. Hasta hace una década, Aena era el mejor activo público que tenía España,   la organización aeroportuaria más potente del mundo. ¿Cómo es posible que en los últimos cinco años se hayan generado unas pérdidas de más de 1000 millones -un millardo- de euros?.

La falta de un planeamiento consistente, reflexivo y eficiente. La desorbitada construcción de infraestructuras aeroportuarias, guiadas en la mayor parte de los casos por criterios políticos y  en contra de informes técnicos. La construccion de la tercera pista del aeropuerto de  Gando  sirve  de ejemplo  ilustrativo.  La ausencia de un modelo global. La improvisación continua. La creencia desmesurada en las grandes obras públicas, sin pensar que al final las pagamos entre todos  y un largo etc., son algunas de las causas de esta situación a la que hemos llegado.  Por razones políticas más que económicas, cada región e incluso provincia quiere tener su aeropuerto; a veces pensando que la implantación del  mismo será un polo de promoción económica para el territorio. Pero ignorando que hay un factor decisivo e indicativo de la rentabilidad económica: el número de pasajeros.  Los expertos consideran que el umbral de rentabilidad de un aeropuerto está en un número de pasajeros entre 1.500.000 a 2.000.000 anuales. Parece ser que de los 48 aeropuertos de la red Aena, sólo 9  han sido rentables en los últimos años, entre ellos el de Gran Canaria y el de Tenerife-Sur. 

Pero si bien el gobierno ha dado muestras de incapacidad para gestionar y para aprender de sus errores,  los sindicatos le siguen a la saga en irresponsabilidad para adaptarse a los nuevos tiempos y proponer soluciones alternativas que no sean  las huelgas salvajes en defensa de privilegios y supuestos derechos adquiridos.  Los sindicatos siguen actuando como si nada hubiese cambiado en estos últimos años.  Sin cuestionarse que  tenemos que empezar a hablar no solo de derechos sino también de deberes,  del deber de asumir una parte alícuota de culpa en esta coparticipación del desmedido derroche público .

No es hora de exigir, como se pasa el día haciendo nuestro presidente Paulino Rivero. Exige con firmeza de cara a la galería, lo que no se atreve a plantear  a viva voz en el parlamento.  Allí  no exige. Allí simplemente apoya a un gobierno en ruinas,  para poder seguir,  de esta forma, alimentando el discurso nacionalista…

Es hora de abrir un proceso de autocrítica y admitir que nos hemos pasado. Que hemos vivido como si fuéramos millonarios, en un desenfreno de billetes y cemento. Que nos hemos equivocado. Que no se puede vivir del cuento eternamente. Que hay que ser competitivo y productivo.  Que tenemos que cambiar muchas cosas para poder hacer frente a los nuevos tiempos que corren. Que tambien necesitamos otro modelo de sindicatos.  Sindicatos que hablen  de austeridad, innovación, esfuerzo y responsabilidad.