miércoles, 23 de febrero de 2011

La política y los sentimientos

Una de  las razones por las que la política está tan mal valorada y percibida, privilegios y corrupción a parte,  es su enorme carga emotiva. Ser del PP o del PSOE es algo casi tan visceral, como ser del Real Madrid o del Barcelona: algo totalmente relacionado con los sentimientos y no con la razón. Es casi una  cuestión religiosa o de fe. 

Uno de los motivos de que esto ocurra, es  que la ideología partidista no solo imprime carácter, sino que también sojuzga. El ser de  derechas o de izquierdas se convierte frecuentemente en un título honorífico (normalmente para el que es de izquierdas) o en un lastre (para el de derechas). Esta polarización, aderezada por los continuos enfrentamientos entre los dirigentes políticos, termina crispando las relaciones humanas y termina convirtiéndose en "un problema" para los ciudadanos, a los que les preocupan otras cosas, mucho más concretas, reales e   importantes, como por ejemplo,  la forma de pagar la hipoteca, la renovación del contrato, la formacion universitaria recibida, o cómo cuidar a un familiar con alzheimer...

 Los políticos han perdido el norte en medio de sus intereses por modelar ideologías nacionalistas o  batallas campales maniqueistas. ¿En qué manifestación popular se pidió una policía canaria o una televisión autonómica? ¿Cuántas firmas recogieron para esas causas?  ¿A quién le interesa el debate sobre el estado de la nacionalidad canaria y cuantos ciudadanos lo siguieron? ¿Quien cree que Canarias saldrá de la crisis antes que España?  y ojo al mensaje subliminal de la frase. Ese mensaje va calando en la población, porque se fomenta desde muy distintos ámbitos y  se transforma en lo que algunos llaman el  "sentimiento" nacionalista , el cual luego es utilizado para fines partidistas. Como dijo Fernando Savater en una ocasión: "el nacionalismo actual es una versión moderna del caciquismo"

La política no debería estar tan condicionada por las emociones sino por las razones. Por eso desde UPyD preferimos hablar de ideario y no de ideología. Preferimos ser transversales y no de derechas o de izquierdas.  Las ideas que nos unen como ciudadanos españoles, en estos momentos,  son más numerosas e importantes que las opiniones que particularmente nos podrían separar,  y que ahora no tocan.  Ahora hay cosas mucho mas importantes, como la reforma de la constitución y de las leyes electorales. La regeneración de la democracia, empezando por suprimir los privilegios a los políticos,  la racionalización  del gasto público,  sobre el principio del "presupuesto cero". Garantizar la igualdad en temas tan trascendentales como la  educación y la sanidad, etc.  

Y lo que nos une,  a todos los de la mareamagenta,  no son solo las ideas, sino la firmeza de nuestras convicciones y la credibilidad de nuestras acciones. No queremos pactar con nadie.  No vamos a gobernar en ningún sitio. UPyD no va a negociar ninguna de las ideas que originaron su fundación. Por esta , y otras razones, no se pactó con Ciutadans, por no renunciar a poder decir lo mismo en toda España.  

UPyD no tiene una ideología  que haya que perpetuar a través de los siglos. UPyD  es un partido instrumental y progresista.  Ahora somos necesarios. Ojalá llegue el momento en el que no tengamos razón de ser.

jueves, 17 de febrero de 2011

Nuevas tecnologías y viejas culturas


A lo largo de los siglos el desarrollo científico y tecnológico ha establecido las pautas y los ritmos de nuestra civilización. De la misma manera que la escritura definió el tránsito de la prehistoria a la historia, la aparición de la imprenta a  finales de la edad media transformó la sociedad humana y abrió una nueva era,  al conservar tanto el pensamiento escrito como la imagen,  y permitir su difusión en numerosos ejemplares, poniéndolos así al alcance de un numeroso público. Será a partir de este momento cuando cobrará fuerza el redescubrimiento del hombre como individuo, el  redescubrimiento del mundo como armonía y realidad que rodea al hombre liberado de todas las  preocupaciones religiosas.  Como consecuencia de tal democratización del saber, se crearon bibliotecas y universidades, y los monjes perdieron el monopolio del conocimiento. En aquellos siglos la cultura estaba ligada al poder,  los trovadores iban por los castillos cantando y entreteniendo al personal, mientras que los músicos y  pintores deleitaban a la realeza con conciertos palaciegos y  retratos al óleo.

 

Hasta entonces el formato siempre era el mismo, el directo. Posteriormente en el siglo XX apareció el formato diferido. El denominado séptimo arte, supuso un auténtico fenómeno social que revolucionó los hábitos lúdicos de las masas y aunque la aparición de la televisión tras la Segunda Guerra Mundial, tambaleó  temporalmente la industria de Hollywood, ambos aprendieron a coexistir pacíficamente a través de sinergias económicas y empresariales.  La historia nos muestra que la industria de la cultura se adapta a los cambios tecnológicos.  Las tecnologías cambian los modelos de negocio,  destruyendo antiguos oficios y formas de vida  y creando nuevas profesiones y necesidades.

 

Hoy en día, las tecnologías de la información, están representando algo muy parecido a lo que significó la imprenta en el siglo XV: una nueva dimensión en lo que a la democratización del saber se refiere, con el consiguiente progreso y desarrollo social que esto significa. Pero  el mundo digital es a la vez el reino de la libertad y el reino de la vigilancia. De lo que hagamos con esa libertad y de cómo seamos capaces de controlar a los controladores depende que nuestros hijos decidan sus vidas o que inauguren la era del totalitarismo digital. Por eso es importante ser extremadamente cuidadoso, comprensivo e imaginativo al legislar todo lo que afecta a Internet.

 

Durante los últimos 5 siglos,  la transmisión del saber y de la cultura se ha llevado a cabo fundamentalmente a través de soportes físicos como papel, vinilo, CD, libro electrónico, disco duro. Soportes que almacenan información en forma de señales y  datos. En torno a estos han surgido potentes industrias editoriales, casas discográficas, productoras de cine,  comercio electrónico, etc. Pero la tecnología de los últimos tiempos está superando al soporte, permitiendo  escuchar música, leer libros y  ver cine, sin que estos contenidos  tengan que estar previamente guardados en ningún soporte físico. Los consumimos directamente de una nube y luego los dejamos ahí. Este nuevo hito tecnológico representa un nuevo paradigma en la forma de consumir, que como poco exige reflexión e imaginación. La tecnología se impone y desfasa a la norma. 

 

Si bien estamos de acuerdo en que la propiedad intelectual es sagrada y hay que garantizarla siempre, también somos partidarios de que hay que conciliar los derechos de autor con las nuevas tecnologías. Y sobre todo hay que adaptarse a los nuevos retos tecnológicos y no frenarlos de la forma más rancia y simplona con leyes que atentan contra la libertad en Internet al mismo tiempo que siguen permitiendo monopolios como la SGAE. Tanto la Ley Sinde como el acuerdo ACTA son parte de una nueva ofensiva de los estados y las multinacionales por controlar internet y, por ende, a la ciudadanía. Vivimos tiempos en los que hay propiciar un gran debate social entre creadores, consumidores y empresarios, adaptándose todos a los nuevos cambios tecnológicos y plantear una reforma en profundidad de la ley de la propiedad intelectual.  

 

La democratización de la cultura vía internet es imparable y en este contexto es absurdo pretender que las formas de  difusión de la cultura permanezcan inalterables. Salvando muchas variables de espacio y tiempo,  es como si los monjes del medievo hubiesen impedido la creación de bibliotecas y universidades porque ellos tenían el monopolio del saber.


miércoles, 16 de febrero de 2011

En estos momentos en que el partido de Unión, Progreso y Democracia ha conseguido que casi todos los demas partidos asuman, aunque sin reconocerlo, sus postulados con respecto a la racionalización de los gastos de las administraciones autonómicas, leo con estupor esta mañana la noticia de que el Gobierno de Canarias crea una fundación para tener política exterior. Elsa Casas, comisionada de acción exterior del Gobierno de Canarias,  indicó que «las comunidades autónomas sólo pueden operar en el exterior a través de sociedades mercantiles públicas o fundaciones», éstas últimas fuera del control del Parlamento.

lunes, 7 de febrero de 2011

A por una política magenta



A veces resulta desalentador y muy poco edificante asistir como espectador a este  teatro, aburrido y repetitivo, en el que se ha transformado la política.  A los escándalos continuos de corrupción, en donde lo único que varía son las siglas del partido al que pertenece el imputado de turno, hay que añadir no sólo la ineficacia total para resolver los problemas del ciudadano, sino la cantidad de problemas que los políticos nos generan con su deficitaria gestión, su escasa formación, su nula vocación de servicio público y, por encima de todo, con sus intereses partidistas.

Pero a pesar de este espectáculo grotesco y desorientador, la democracia es como la luz: progresa en forma de cuantos, y desde aquel año del cambio de 1982, vivimos en un estancamiento democrático, en el que no solo hemos perdido las ilusiones,  sino que también estamos perdiendo el tren de la competitividad,  de la solvencia, del progreso y de la credibilidad como pais. Es imperioso y urgente realizar de nuevo un gran salto cuántico. Un salto que nos transporte a otro escenario y a otra dimensión.  Y ese gran salto , es estos momentos, solo se puede dar desde Unión, Progreso y Democracia.

Porque UPyD es un partido joven, sin ningún tipo de hipoteca ideológica, ni de deuda con el pasado (ni con los bancos). Sitúa en el mismo nivel la libertad individual y la justicia social .Es un partido atrevido y sin complejos, que hace propuestas valientes e imaginativas y practica una dinámica organizativa inédita en nuestro país.

La Unión, en nuestro contexto, significa solidaridad e igualdad, tanto referente a los territorios como a las personas que en ellos viven. Proponemos un modelo de Estado Federal como forma de corregir y terminar con el inconcluso desarrollo autonómico iniciado hace más de 30 años y que tantos problemas y quiebras está ocasionando.

La “P” del progreso nos hace definirnos como un partido transversal en un intento de saltar por encima de ese maniqueísmo ideológico, etiquetado como izquierda y derecha, como si de una marca genética se tratara. Podemos enfocar cada uno de los problemas desde el ángulo en el que se presentan, sin prejuicios históricos ni sociales. El progreso libre y responsable nos lleva a apostar definitivamente por un Estado laico.

Y la última letra, y por eso la más importante, hace alusión a la Regeneración Democrática, que es nuestro verdadero leit motiv. Regeneración democrática para terminar con las estructuras rígidas y poderosas de los partidos políticos tradicionales. Regeneración democrática para recuperar la confianza de los ciudadanos y dignificar la política. Regeneración democrática para que no pueda haber imputados en las listas electorales como acaba de proponer Rosa Diez.  Regeneración democrática para poder salir reforzados de esta crisis. 

Pero todo lo anterior no son meras declaraciones bien intencionadas,  guiadas por la buena voluntad o la ingenuidad de esta humilde aprendiz a política. En ese caso nada nos diferenciaría de los demás partidos. Todos decimos prácticamente lo mismo. La credibilidad de UPyD no solo está basada en lo que dice y escribe,  sino en los hechos. En las propuestas valientes  en las que Rosa Diez se ha quedado sola en el parlamento, mientras los demás ni siquiera se sonrojan,  como por ejemplo cuando propuso  suprimir los privilegios  en el régimen de pensiones  de los políticos.  

Nuestra credibilidad está en los rigurosos estudios y análisis que desde el partido se desarrollan y se publican, y que luego los demás partidos copian,  sin ni siquiera pagar derechos de autor, como por ejemplo la cifra de los 26.000 millones de euros,  que nos podríamos ahorrar si las administarciones autonómicas aplicaran los criterios Maastricht de eficiencia en la gestión. 

Nuestra credibilidad está basada en la labor desarrollada por sus cargos directivos y afiliados en estos tres años de existencia, en los que hemos celebrado un 1º congreso defendiendo nuestros ideales de forma transparente y democrática, sin ceder a presiones internas y con la participación abierta a todos los afiliados.
Hemos elegido a nuestra portavoz por votación directa entre todos los afiliados, al igual que al resto de los representantes del partido a nivel autonómico y local. En definitiva, vamos a dar un gran salto cuántico en el que todos los ciudadanos podamos vivir y hacer Política Magenta.
    

Mi presentación política

Nací en Las Palmas de Gran Canaria y mis padres emigraron a Venezuela en 1959, cuando yo tenía dos años. Mi padre era gerente de una compañía de seguros y mi madre daba clases particulares. Aunque no hicieron fortuna, sí vivíamos bien.  Soy la mayor de tres hermanos y  mis recuerdos de la infancia están ligados a Caracas y Maracaibo. Aunque era una niña, percibí  la inmensa desigualdad social que existía en aquella Venezuela dorada. Tal vez allí empecé a desarrollar una conciencia política. 

En el año 68 volvimos a Canarias. Estudié en el Instituto “Isabel de España” y en 1974 fui a Sevilla a estudiar Ciencias Físicas. Allí viví el fin del franquismo y el comienzo de la democracia. Fueron unos años apasionantes. En aquellos años conocí en la Facultad a José Antonio Muñoz Blanco, y desde entonces compartimos la vida. 

Mi vida profesional siempre ha estado ligada a la Universidad de Las Palmas de Gran  Canaria. He impartido docencia en distintas titulaciones. He realizado trabajos de investigación y también he desempeñado varios puestos de gestión universitaria. Soy Catedrática de Universidad en el área de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Las Palmas de Gran  Canaria.

La política siempre me había interesado, más como espectadora crítica que como actora convencida, pero no terminaba de resolver las dudas direccionales sobre mis tendencias ideológicas. Frente a ciertas cuestiones era de izquierdas y frente a otras de derechas. En ningún caso era nacionalista. No había ningún partido que se ajustara a mis inquietudes y convicciones. Ejercía mi derecho al voto por simple obligación democrática, pero con muy poca ilusión.  

En septiembre de 2007, navegando por Internet, me encontré con Rosa Diez y con Fernando Savater. Habían fundado un partido en el cual las ideas y objetivos no eran de izquierdas ni de derechas, sino que podían ser compartidas por todas aquellas personas progresistas, entendiendo por progresista y en palabras de Savater “aquellas personas que  creemos  en los ideales transformadores de la sociedad en pro de una mayor garantía de libertades y de un aumento de la justicia social” (no lo uno o lo otro, sino ambas cosas).  En el manifiesto fundacional se hablaba de principios éticos: luchar contra los privilegios, igualar derechos de las personas, solidaridad territorial, regeneración democrática, estado laico. No me lo podía creer. Pletórica de ilusión y optimismo, contacté con Fernando Alfonso, que fue el fundador del partido en Gran Canaria y me afilié inmediatamente. Desde entonces he participado activamente en el desarrollo e implantación del partido en  Canarias.

En estos momentos, me presento al Cabildo de Gran Canaria, dispuesta a llevar a cabo en esta  Institución, las líneas programáticas de nuestro partido a nivel general. A nivel local, estoy convencida de que el Cabildo de Gran Canaria tiene que recuperar la solvencia y la preponderancia que un día tuvo en el desarrollo político, económico y social de esta isla. 

Gracias por haber llegado hasta aquí  y procuraré no defraudar nunca a los que me den su apoyo y confianza.